Dr. Bosco Moscoso Ortiz
“Tu única obligación en cualquier periodo vital consiste en ser fiel a ti mismo. Ser fiel a otro ser o a otra cosa no solo es imposible, si no que también es el estigma del falso Mesías”
“Tu única obligación en cualquier periodo vital consiste en ser fiel a ti mismo. Ser fiel a otro ser o a otra cosa no solo es imposible, si no que también es el estigma del falso Mesías”
INTRODUCCION
Siempre me pregunté como puede el hombre aportar en el trayecto de su vida, para morir cumpliendo la misión que nos encomendaron en la tierra el momento en que nuestra amada madre nos alumbro. Richard Bach dice que si estas vivo tu misión no esta concluida, lo que conllevaría la satisfacción pre-concebida de todos los mortales de poder morir tranquilos, pues al final la muerte solo es el premio al deber cumplido y no solo el final de una existencia.
Vaya usted a saber quien fue primero, el huevo o la gallina.
La vida es una constante lucha por la supervivencia desde y antes de la concepción. La casualidad propia de lo circunstancial, impredecible e inevitable, no es parte del normal desarrollo del ser humano a partir de la fecundación. La inteligencia esta inmersa en todos los niveles de la morfo-génesis, pues cada paso está direccionado con cálculo matemático y solo la agresión física, química o radioactiva puede torcer la suerte del futuro ser que se forja en el vientre de nuestra progenitora.
Dicho esto, entiendo que el hombre dirige concientemente todos sus actos si mantiene indemnes sus mecanismos fisiológicos del pensamiento, por ende es responsable de cada uno de ellos durante el transcurrir de su existencia.
Quiero con estas opiniones no generar sentencia alguna que inmerecida la tengo por mi bagaje filosófico limitado y mi humilde acervo no expuesto a calificación por temor a mi humana imperfección; deseo simplemente aportar un grano más a todo lo escrito en el campo social.
Me ha tocado por muchos años palpar de cerca la angustia, el sufrimiento, la desesperación la impotencia frente a la naturaleza humana y creo que la dualidad es una constante en cada acción que la experiencia nos marca, haciéndonos sensibles al sufrimiento espiritual y menos sensibles al dolor orgánico. Para quienes batallamos a diario con la ansiedad y la desazón, tiende a hacerse normal que la gente pase amarguras, por lo que me resisto a volverme de piedra, impenetrable, por que desaparecería lo humano y caería en lo innatural, aparente y artificial y no somos divinos e inmortales ni deberemos pretender serlo.
Me nace compartir con ustedes las cavilaciones del filósofo Suizo del siglo XVIII que desde el exilio propone el cambio y se resiste a la confabulación del silencio.
“Esta colección de reflexiones y observaciones sin orden y casi sin enlace, fue comenzada por complacer a una buena madre que sabe pensar. Primeramente solo proyecté una memoria de pocas páginas; mas el asunto me arrastro, a pesar mió, y la memoria se fue haciendo poco a poco una especie de volumen grande sin duda por lo que contiene, pequeño por la materia de que trata. Vacilé mucho tiempo entre si lo publicaría o no; trabajando en él he visto que no basta haber escrito algunos folletos para saber, componer un libro. Después de algunos esfuerzos inútiles para hacerlo mejor, tengo que dejar mi obra como está, por que entiendo que es preciso atraer la atención publica hacia estos asuntos, y aunque mis ideas sean malas, con tal que inspiren otras mejores no habré perdido el tiempo. Un hombre que desde su retiro, sin encomiadores ni partidos que lo defiendan ofrece sus impresos al público, sin saber siquiera lo que de ellos se piensa o lo que de ellos se dice, no puede temer, que puesto caso de equivocarse vayan a pasar sus errores sin examen.”
“Juan Jacobo Rousseau”
Es que callar es a veces claudicar; es ser participante pasivo del desarrollo social y es mirar y otorgar el derecho a llamarnos cómplices en cautiverio, encerrados en un marasmo moral y hasta físico que nos trae irascibles, neuróticos, intactos en razonamiento pero afectadas nuestras emociones por lo que pasa a nuestro lado, frente a nuestras narices; parecemos cargas complacientes dispuestas a detonar al menor estimulo, por que nos han tocado la esencia, la dignidad y parece que al compartir nuestros abatimientos, nuestra silenciosa protesta, los hacemos mas llevaderos y menos pesados.
Mi único propósito a la hora de estrenarme como ensayista, es brindar una ventana a mi panorama, donde puedan asomarse congéneres de los pensamientos más diversos, y compartan con este modesto servidor la visión de un posible cambio en las estructuras sociales, propendiendo a la vida en equilibrio relativo, donde sufran menos los más débiles y seamos capaces de compartir nuestra fuente, nuestro venero frente al dolor, la angustia colectiva y la desesperanza.
Si en algunos párrafos se puede sentir un cierto tono afirmativo, “no es para imponerme al lector, es para hablarle como pienso”; y si mañana estos sencillos criterios se vieran superados, criticados o censurados, habré cumplido mi misión impuesta.
Partamos de un magnánimo pensamiento de Salvador Allende que nos involucra a todos por igual en la tarea de tener una sociedad más justa y democrática comprometida con el cambio.
"Compañeros, yo no soy un Mesías, ni quiero serlo. Yo quiero aparecer ante mi pueblo, ante mi gente como una posibilidad política. Quiero aparecer c0mo un puente hacia el socialismo... Allende es un hombre militante de la revolución. Tenemos que hacer claridad política. No podemos llegar al gobierno, no podemos llegar a La Moneda con un pueblo que espera milagros... porque el milagro tendrá que hacerlo el pueblo y no yo"
Salvador Allende
Siempre me pregunté como puede el hombre aportar en el trayecto de su vida, para morir cumpliendo la misión que nos encomendaron en la tierra el momento en que nuestra amada madre nos alumbro. Richard Bach dice que si estas vivo tu misión no esta concluida, lo que conllevaría la satisfacción pre-concebida de todos los mortales de poder morir tranquilos, pues al final la muerte solo es el premio al deber cumplido y no solo el final de una existencia.
Vaya usted a saber quien fue primero, el huevo o la gallina.
La vida es una constante lucha por la supervivencia desde y antes de la concepción. La casualidad propia de lo circunstancial, impredecible e inevitable, no es parte del normal desarrollo del ser humano a partir de la fecundación. La inteligencia esta inmersa en todos los niveles de la morfo-génesis, pues cada paso está direccionado con cálculo matemático y solo la agresión física, química o radioactiva puede torcer la suerte del futuro ser que se forja en el vientre de nuestra progenitora.
Dicho esto, entiendo que el hombre dirige concientemente todos sus actos si mantiene indemnes sus mecanismos fisiológicos del pensamiento, por ende es responsable de cada uno de ellos durante el transcurrir de su existencia.
Quiero con estas opiniones no generar sentencia alguna que inmerecida la tengo por mi bagaje filosófico limitado y mi humilde acervo no expuesto a calificación por temor a mi humana imperfección; deseo simplemente aportar un grano más a todo lo escrito en el campo social.
Me ha tocado por muchos años palpar de cerca la angustia, el sufrimiento, la desesperación la impotencia frente a la naturaleza humana y creo que la dualidad es una constante en cada acción que la experiencia nos marca, haciéndonos sensibles al sufrimiento espiritual y menos sensibles al dolor orgánico. Para quienes batallamos a diario con la ansiedad y la desazón, tiende a hacerse normal que la gente pase amarguras, por lo que me resisto a volverme de piedra, impenetrable, por que desaparecería lo humano y caería en lo innatural, aparente y artificial y no somos divinos e inmortales ni deberemos pretender serlo.
Me nace compartir con ustedes las cavilaciones del filósofo Suizo del siglo XVIII que desde el exilio propone el cambio y se resiste a la confabulación del silencio.
“Esta colección de reflexiones y observaciones sin orden y casi sin enlace, fue comenzada por complacer a una buena madre que sabe pensar. Primeramente solo proyecté una memoria de pocas páginas; mas el asunto me arrastro, a pesar mió, y la memoria se fue haciendo poco a poco una especie de volumen grande sin duda por lo que contiene, pequeño por la materia de que trata. Vacilé mucho tiempo entre si lo publicaría o no; trabajando en él he visto que no basta haber escrito algunos folletos para saber, componer un libro. Después de algunos esfuerzos inútiles para hacerlo mejor, tengo que dejar mi obra como está, por que entiendo que es preciso atraer la atención publica hacia estos asuntos, y aunque mis ideas sean malas, con tal que inspiren otras mejores no habré perdido el tiempo. Un hombre que desde su retiro, sin encomiadores ni partidos que lo defiendan ofrece sus impresos al público, sin saber siquiera lo que de ellos se piensa o lo que de ellos se dice, no puede temer, que puesto caso de equivocarse vayan a pasar sus errores sin examen.”
“Juan Jacobo Rousseau”
Es que callar es a veces claudicar; es ser participante pasivo del desarrollo social y es mirar y otorgar el derecho a llamarnos cómplices en cautiverio, encerrados en un marasmo moral y hasta físico que nos trae irascibles, neuróticos, intactos en razonamiento pero afectadas nuestras emociones por lo que pasa a nuestro lado, frente a nuestras narices; parecemos cargas complacientes dispuestas a detonar al menor estimulo, por que nos han tocado la esencia, la dignidad y parece que al compartir nuestros abatimientos, nuestra silenciosa protesta, los hacemos mas llevaderos y menos pesados.
Mi único propósito a la hora de estrenarme como ensayista, es brindar una ventana a mi panorama, donde puedan asomarse congéneres de los pensamientos más diversos, y compartan con este modesto servidor la visión de un posible cambio en las estructuras sociales, propendiendo a la vida en equilibrio relativo, donde sufran menos los más débiles y seamos capaces de compartir nuestra fuente, nuestro venero frente al dolor, la angustia colectiva y la desesperanza.
Si en algunos párrafos se puede sentir un cierto tono afirmativo, “no es para imponerme al lector, es para hablarle como pienso”; y si mañana estos sencillos criterios se vieran superados, criticados o censurados, habré cumplido mi misión impuesta.
Partamos de un magnánimo pensamiento de Salvador Allende que nos involucra a todos por igual en la tarea de tener una sociedad más justa y democrática comprometida con el cambio.
"Compañeros, yo no soy un Mesías, ni quiero serlo. Yo quiero aparecer ante mi pueblo, ante mi gente como una posibilidad política. Quiero aparecer c0mo un puente hacia el socialismo... Allende es un hombre militante de la revolución. Tenemos que hacer claridad política. No podemos llegar al gobierno, no podemos llegar a La Moneda con un pueblo que espera milagros... porque el milagro tendrá que hacerlo el pueblo y no yo"
Salvador Allende