miércoles, 30 de abril de 2008

La Revolución Económica

Vivimos cambios constantes. Cada segundo algo nuevo está a nuestro alcance y por ende el sistema se ha vuelto hiper dinámico. Las costumbres se pierden cada hora y cada año aparecen en el entorno familiar nuevas tendencias en el vestir, en lo culinario. La dialéctica moderna nos lleva a plantearnos sofismas circunstanciales, pues somos invadidos por una publicidad penetrante que le cambia el concepto a nuestros modos de la noche a la mañana y nos pone al servicio del oferente mercantilista, quien por su parte, innova genuinamente, y con sapiencia de víbora se lanza para golpear mas sensiblemente la psiquis de los usuarios.

Si este planteamiento es cierto ¿por que deben existir hoy por hoy filosofías jerarquizadas a manera de pirámides con movimientos de opinión unidireccionales, cuando estamos en el mejor momento de la ductilidad del pensamiento y con tendencia hacia cambios constructivos nada absolutistas?

Acoplar nuestro pensamiento a los requerimientos vivénciales actuales y proyectarlos con orden de preferencia hacia los grupos más vulnerables, es también asegurar nuestra estabilidad económica actual y futura.

Al tener menos descontentos, necesariamente existirá menos convulsión social. El bienestar se reparte y lógicamente se reparte la tranquilidad. Pongámoslo a si: si tengo cubiertas mis necesidades ¿cual sería el afán de acaparar más? Si el día tiene la misma medida de tiempo siempre, por más que nos esforcemos no podríamos disfrutar mas horas de un mismo día; pero si se podría tener un disfrute de más alta calidad, que al final de la jornada, nos deje complacidos de haber deleitado a plenitud el desarrollo tecnológico actual. Que bonito sería decir: Hoy he disfrutado en buena ley, honesta y decentemente.

Si nos objetivisamos como un componente cósmico, nos daremos cuenta que no somos nada en el espacio; una migaja del universo o simplemente un punto sideral; quien sabe solo una referencia en el mapa astral que conocemos y posiblemente nada en lo desconocido e inmensurable a donde no llega el ojo del Hubble.

Es la guerra del bien contra el mal, los buenos representados por los sin pan, sin techo sin educación y sin salud y los villanos, personificados por el poder del capital monopólico que no persiguen mas fin que el dominio personal. Se auto destruyen y no lo notan. “Vanidad de vanidades todo es vanidad ¡nada sacia los deseos del hombre!, nada lo hace feliz, ¡la tierra es poca cosa para el hombre!”(Eclesiastés)

Hay una crisis actual de conciencia moral, la ética no es lo que domina, el egoísmo plasmado en los diferentes espacios de poder central gubernamental y privado mantienen como criterio esencial el sentirse bien, complacidos y subyugan tes.

De manera inconsciente en unas ocasiones, en otras con acciones dirigidas objetivamente, se avasalla la estrecha posibilidad de resurgimiento del desposeído de los servicios básicos, para mantenerlo presa de un oscurantismo opresivo, obligado por la bota del absolutismo económico y político.

El “socialismo moderno” que se encuentra en plena construcción y que debe ser el nombre correcto de esta nueva tendencia que como ola esta cubriendo las sociedades, es una obligatoria necesidad del desarrollo actual; al ponerlo en práctica de manera coherente no es pensamiento totalitario; es participativo y de ninguna manera hegemónico.

La revolución industrial llego hace siglos y vino para quedarse, la vivimos a cada segundo y marca el tono entre la oferta y la demanda, estamos tan industrializados que nos hemos olvidado que nos comemos el planeta. Estamos preocupados en generar riqueza y este frenesí está muy distante de la planificación frente al calentamiento global; eso no nos inmuta. La desaparición de especies es una realidad lacerante y las especies endémicas en peligro de extinción no están en capacidad de templarnos las orejas a los “inteligentes desarrollados”. Nos auto destruimos y pretendemos dejar dinero en los bancos como herencia y no el medio ambiente para nuestros descendientes. En la hora de la revolución tecnológica y comercial no interesan los medios si está justificado el fin. Las personas de éxito, no están en la lista de los mejores del mundo por su capacidad para combinar producción industrial -armónica con el ecosistema- y superación comercial y económica, si no, por el numero de miles de millones de dólares de tienen a su haber. Jamás un multimillonario de “La revista Forbes” estará entre los premios Nóbel por combinar inteligencia con sensibilidad y prosperidad. La tendencia actual es, ir hacia un socialismo moderno, dinámico, que viaje de la mano con el desarrollo tecnológico, industrial y comercial. Entendamos que no se contraponen, muy por en contrario se atraen filosóficamente y en esencia son los que mejor se sostienen cuando caminan juntos y equilibrada mente. No podemos ser quedados, debemos ir con el tiempo.

Llegar con proyectos predecibles y sustentables a los lugares más pobres de África, Asia y América, es devolver a nuestra madre tierra todas sus bondades. Las entrañas del planeta y sus cielos se están convulsionando en respuesta a la depredaron mundial. No rompamos siempre el hilo en la parte mas débil, si estamos consientes que bajo de nuestros millones de dólares se asienta la destrucción del planeta. La tierra nos esta tomando la palabra y nos esta dando duras batallas. La naturaleza no entiende razones sociales, solo evoluciona a la velocidad de nuestro acelerador de destrucción. La desaforada competencia por la conquista del universo, debe leerse como una medida de auxilio, un SOS, nos estamos quedando sin casa por la brillante revolución industrial, tecnológica y comercial.

El socialismo moderno es una tesis que debe propiciar lo participativo. Pretender el dominio dictatorial de una tesis es salirse del socialismo filosófico de tendencia actual. Debemos decir que el socialismo como fuente verdadera de principios de equidad, debe siempre pretender el acoplamiento a las realidades universales. Estas realidades no son diferentes por ser latinos, europeos, asiáticos, americanos, australianos o norteamericanos. Pueden la edificaciones y las viviendas ser estructuralmente diferentes, pero la necesidad de guarecer es similar para todos. El hombre, equilibrado mentalmente, no vive en des afecto; somos una comunidad, una comunidad mundial; estamos emparentados genéticamente desde Adán y por mas de cincuenta mil años. Nos guste o no somos todos primos. Somos una misma familia, una unidad social que es la humanidad, obligados –so pena de desaparecer- a vivir en comunión con nuestro entorno. Es que debe haber existido un Adán, de lo contrario de donde venimos, donde se inicia nuestro linaje.

Las comunicaciones nos han global izado y esta maravilla que es la red, nos ha abierto los ojos a una realidad lacerante, de diferencias profundas, que no son puramente étnicas y culturales, que nos han sincerado con el sub-desarrollo y nos ha mostrado la cara cruel de la modernidad, de una sociedad de clases oprobiosa que solo el insulso no quiere ver. Somos ciegos o nos hacemos los tontos. Nuestros nietos y bisnietos pagaran precio por ello, que amarga realidad.

Miremos lo siguiente: La situación africana respecto a la equidad no difiere de ninguna manera con sociedades que ha pospuesto el reparto de los beneficios sociales. Difiere cultural y económicamente, pero los principios de inequidad son exactamente los mismos que en pueblos de otras latitudes. El analfabetismo y la in culturización de muchos pueblos son la estrella que los distingue y la cruz que cargan. Los seres humanos llamados incorrectamente “mano de obra no calificada” por los calificados científicamente, deberíamos llamarlos “mano de obra no culturizada” y calificada sí perfectamente para la explotación por la falta de conocimientos técnicos y poca o ninguna conciencia expresa de sus derechos como personas.

La revolución industrial y tecnológica que se asienta en países pobres para aprovechar la mano de obra barata, no imparte derechos, solo propaga obligaciones. La esclavitud no ha desaparecido en los diferentes rincones de la tierra; solo ha cambiado de época, se la disfraza, se la terceriza o se la esconde al interior de grandes latifundios, donde familias enteras, zombis del trabajo, no conocen nada de la modernidad, viven en el siglo pasado y no entienden eso de la revolución educativa, acceso a los medio o libertad de expresión. Los derechos humanos transitan por estos lares en su mínima expresión, y por su estrecho mundo se dibuja la ignominia pintada en los rostros sudorosos, este componente de realidad e injusticia se mezcla con las sonrisas sarcásticas de los prepotentes capataces que al pasar junto al rostro sometido, obtiene de el una sonrisa mordaz que espera la menor y quizás una única oportunidad para contestar. Esperanza marchita de la revolución; para otros: modernización.

La monopolización de los medios de producción, el no reparto de utilidades a la mano de obra participante, la poca o ninguna tributación al erario en beneficios de las arcas personales denotan los mismos mecanismos de corrupción de siempre con diferente moneda y la misma irónica realidad de miseria, hambre y deshumanización en medio de la abundancia de recursos naturales y por ende económicos en manos de unos pocos autollamados generadores de riqueza nacional; contrapuesta a la inopia general, son la norma.

La revolución económica ha existido por siempre, no sabemos ni quien la invento; es propia de la naturaleza humana frente a la necesidad de cobertura del hambre, frió o calor, sabiduría y expansión. Grandes imperios están descritos en la historia universal y todos se han involucrado obligatoriamente en la revuelta económica; es decir, vivimos desde nuestra aparición en la tierra, una constante rebelión contra lo que somos o tenemos.

Vivimos niveles de insatisfacción minuto a minuto. Nos hemos vuelto insaciables materialmente y esta cualidad que nos hace particulares como humanos, no esta relacionada con la necesidad humana de subsistencia; nos ha convertido en el animal materialista reinante y único en la tierra; la gran duda: racionales o irracionales. Esta asonada económica diaria a catapultado la apasionada mas no apasionante “revolución industrial, comercial y tecnológica” que ha dejado y deja cola en el planeta; estigmas para muchos millones de años, mismos milenios que le tomó a la evolución natural hacernos lo que hoy somos y que nos ha bastado solo dos siglos para despedazarla.

Luego de este análisis, no entiendo, por que la necesidad de escribir normas científicas de socialismo, si los cánones morales, de justicia y equidad son los principales principios del socialismo moderno, el que todos debemos practicar, el que nos sirve universalmente, respetando culturas y costumbres, sin la perdida de la propiedad privada pero con derecho general a ella si la trabajo, con similares oportunidades y sin necesidad de hacernos a todos iguales, pero recibiendo siempre en proporción a lo que doy y lo que he dado y con derecho pleno a utilizar mis ingresos con libertad y responsabilidad.

Diremos entonces que los principios del Socialismo Moderno entran en una línea; justicia y equidad. Los pormenores, los detalles, se encuentran en la mesa donde se sienten los ricos, medianos y pobres a discutir como seres “racionales”, los alcances de estos dos términos. Esa misma mesa donde la modernidad se pone al servicio de la humanidad y no la humanidad al servicio de la vanidad. Aprovechando la capacidad que tiene el hombre para discurrir y discernir; para ello debemos entrar en razón, ya que perderla es sinónimo de locura.